lunes, 25 de enero de 2016

Propósitos para el 2016



Empezó nuevo año, y con él he visto en algunos blogs una lista de propósitos literarios. Y cada cual la confecciona a su medida. Hace unos años yo participaba en algunos de esos retos anuales, pero llegó un momento en el que ya preferí no ponerme metas ni contar el número de lecturas. Y no es que de golpe lo de ponerse retos literarios me pareciera mal, ni mucho menos. Tienen su encanto. Y de hecho, como me dijo una amiga que se propuso hacer el reto de los cincuenta libros leídos en un año, no se trataba de convertir en obligación una afición, sino que a veces hasta con las cosas que nos gustan y enriquecen nos podemos apalancar. Y tener un reto siempre nos mantiene activos. Y además, no te hace disfrutar menos de la lectura —o al menos a mí nunca me hizo disfrutar menos—.
Pero cada momento es particular. Uno tiene otras preocupaciones en la cabeza, y hay momentos en los que bastantes retos nos pone la vida como para cargarnos con retos propios. Ni tampoco me apetece ahora guiar mis lecturas de forma muy marcada, prefiero ir más por libre. Así que como verán, apreciados lectores, no tengo una lista creada sobre mis propósitos de futuras lecturas para compartir. Pero… un momento. Vale, no tengo una lista escrita, inmutable y sellada con la que cumplir. Pero quiera o no, paso por distintas épocas en las que me apetecen unas determinadas lecturas. O quizás sí puedo decir que tengo una lista de propósitos, pero de forma inconsciente, a largo plazo y de forma dosificada. Qué demonios, creo que aunque no tenga ningún reto propuesto a rajatabla sí puedo hablar de lecturas que espero que caigan con relativa proximidad. Así que a poco que piense es evidente que las puedo compartir en mi blog. Allá va:

1- Me declaro fan entusiasta de nuestro teatro romántico español. De acuerdo, nuestro romanticismo palidece al lado del alemán o el británico. Pero yo le cogí el gustillo. Así que poco a poco, sin prisa pero sin pausa, voy leyendo sus obras. Ya leí Los amantes de Teruel, de Juan Eugenio Hartzenbusch; Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas; El zapatero y el rey, de Zorrilla; Macías, de Larra o La conjuración de Venecia, de Francisco Martínez de la Rosa. Pero ya saben cómo es la literatura, que tiras de una rama y arrancas tres o cuatro más. Y hay un clasicazo que aún me falta por leer: Don Juan Tenorio de Zorrilla. Me conozco la obra y la he visto representada, pero no puedo decir que la he leído. Pero además del Tenorio, hay más obras teatrales de Zorrilla. Y también le tengo ganas a El trovador, de García Gutiérrez.

2- Clásicos de la ciencia ficción. Poco a poco espero ir leyéndome las obras más canónicas. A Wells, Verne, Asimov, Clarke, Dick… Ahora mismo, estoy con un libro destacado del género: El pueblo, de Zenna Henderson.

3- Clásicos de la literatura fantástica. Suelo leer al menos una saga de literatura fantástica al año. O, en su defecto, varios libros sueltos de un autor. El año pasado cayó la trilogía de La materia oscura, de Philip Pullman. Para este año, gracias a los generosos préstamos bibliófilos de una amiga, será el turno de la Dragonlance. Al menos de los libros principales escritos al alimón por Margaret Weis y Tracy Hickman. Ya que es una saga ampliada por varios autores.

Y creo que estos tres puntos es todo lo que tengo mínimamente planeado. Todo lo demás es ya a salto de mata, son muchos autores y muchas obras que tengo ganas de leer. E irán cayendo tal y como caigan en mis manos. Espero abrir La posada varias veces para contarles qué tal han ido.

Algunas de mis lecturas para este 2016