Ficha (extraída de internet)
Título: Aire de Dylan
Autor: Enrique Vila-Matas
Título: Aire de Dylan
Autor: Enrique Vila-Matas
Nº de páginas: 328
págs.
Encuadernación: Tapa
blanda
Editorial: SEIX
BARRAL
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788432209642
Sinopsis (extraída de internet):
Al igual que Dylan
mi padre fue un raro», dice Vilnius, más conocido como el pequeño Dylan, mezcla
del cantautor americano y Rimbaud, convencido de que el fantasma de Lancastre,
su difunto progenitor, le está traspasando sus recuerdos y clama venganza.
Mientras el joven Vilnius se dedica a completar su Archivo General
Sí, de este palo va el joven Vilnius |
— Así pues, el tema de la identidad planea sobre toda la
novela Hay un fragmento que es revelador y no me resisto a compartir:
<<Uno nunca sabe quién es. Son los demás los que le dicen a uno quién y qué es. Te explican tantas veces quién eres y de formas tan distintas, que al final uno acaba por no saber en absoluto quién es. Todos dicen de ti algo diferente. Incluso uno mismo está siempre cambiando de opiniones. Si a eso añadimos que uno se esfuerza por sorprender a los otros siendo varias personas al mismo tiempo, lo que en verdad acaba sucediendo es que terminamos no teniendo ni la menor noción de quién somos o podríamos haber sido>> (Juan Lacastre, La interrupción).
Y no solamente tendemos a querer construirnos a nosotros
mismos, sino también a querer construir nuestro pasado, nuestra historia. Así
como también construimos el pasado y la historia de los demás. De nuevo nos
encontramos una ironía: tanto empeño en construirnos a nosotros mismos, tantos
años queriendo encontrarnos y definirnos para que, finalmente, sean los demás
quienes expliquen y fijen nuestra identidad. Vilnius, junto a su novia Débora, la
cual fue también amante de su padre —sí, ya les dije que la historia es
rocambolesca—, decide encargarse de escribir las memorias de su padre, y ello
conlleva un ejercicio de fabulación. Ellos tendrán la última palabra de
Lacastre. ¿Qué incluyes y qué dejas fuera del relato? ¿A qué le darás
trascendencia y a qué no? En un momento dado, al entrar en un establecimiento
al que acudió su padre, los dos jóvenes piensan lo siguiente:
Después fueron al bar de enfrente, al Mokarico, que cuarenta años antes había sido la pizzería Mario, el primer restaurante italiano abierto en Barcelona, un lugar muy frecuentado en su tiempo por el joven Lancastre, obcecado cliente que pasaba tantas horas allí que por aquellos días mucha gente llegó a creer que él era el hijo de Mario, el dueño. Por momentos, especularon Débora y Vilnius con la posibilidad de incluir en las memorias apócrifas de Lancastre episodios juveniles que tuvieron lugar en esa pizzería que fue centro de la bohemia artística Barcelona a finales de los sesenta. Enredos creados por el equívoco de que el joven Lancastre era el hijo de Mario, por ejemplo. Quién lo diría, dijo Débora, que este lugar llegó a ser centro de algo, hoy en día parece el hueco más irrelevante de la Tierra
Débora dice que ese lugar llegó a ser centro de algo. ¿Lo
fue realmente? ¿O ellos creen que fue el centro de algo por el simple hecho de
que allí estuvo el gran Lacastre? Y si no lo fue, ¿lo será si las memorias se
publican? Esto es un ejemplo de cómo construimos el pasado, de cómo construimos
tópicos y a la vez pretendemos que el tópico también nos construya a nosotros.
— Vila Matas se burla de esta trascendencia que le damos a
las imposturas, de lo ridículo que resulta la búsqueda de Vilnius. Pero Vila
Matas no queda fuera de su propia burla, se autoincluye genéricamente, riéndose
también de él mismo. Porque ¿quién está totalmente a salvo de caer en la idea
de la ingenua autenticidad como cae Vilnius? De hecho, se podría decir que la
novela tiene un segundo protagonista: un escritor que asiste a toda esta
historia, y que también lleva la voz narrativa en la novela. Es inevitable no
ver al propio Vila-Matas en dicho personaje —además, está la pista de que ambos
nacen en el mismo año—. Dicho personaje, en el club de lectura, fue el que más
gustó porque “no se le veía tan rarito como los demás”… y sin embargo, dicho
personaje al final se ve contaminado por las ideas de Vilnius y Débora:
Iba a decirlo esto para sacarme la espina del ridículo que creía haber hecho momentos antes con mi simulación de desmayo, pero al final no me pude contener y dije que en verdad estaba todo claro, clarísimo: se trataba de que yo, representante de una generación forjada en la cultura del esfuerzo, una generación apaleada y acostumbrada a fatigarse, trabajara como un idiota para ellos.
—La figura del padre está muy presente en la obra, y no sólo
por la historia de Vilnius, también en la parte de la novela que se desarrolla
en Hollywood, y no digo más para no spoilear. Recibimos una herencia y tenemos
que lidiar con ella, y esto entronca con la típica lucha generacional. Lucha
generacional que en la novela se ve claramente entre la generación del padre de
Vilnius, la generación del esfuerzo, y la generación de Vilnius y Débora,
consistente en… no hacer nada. Vivir en un “estado poético”, como quiere vivir
Vilnius. La burla a la posmodernidad es evidente.
— Sí, ya he comentado que la ironía está presente en la obra
por todo el tema de la identidad. Pero no sólo ahí: el deseo de fracasar de
Vilnius también resulta irónico: si fracasa, triunfa. Si triunfa, fracasa. Le
sucede en su congreso sobre el fracaso, y cuando va a Hollywood buscando una
aguja en un pajar.
Todavía me quedan algunas cosas en el tintero, pero ya sería
destripar demasiado la obra.
En definitiva, sí, me ha gustado, y mucho. Y tendré que probar con
otras obras de Vila-Matas.
Puntuación: notable alto.
Te gustará si te gusta reflexionar sobre arte y
posmodernidad.
Un personaje a destacar: sí, al igual que el resto de gente
del club de lectura, yo también me quedo con el alter ego de Vila-Matas. Parece
normal comparado con el resto de personajes, tan estrafalarios ellos, pero se acaba
viendo involucrado en los proyectos de Vilnius. Lo he dicho anteriormente: nadie
está a salvo de caer en lo que cae Vilnius, aunque el caso de Vilnius pueda
estar exagerado, de acuerdo. Pero repito: nadie está a salvo de buscar su
identidad.
Un fragmento:
Al ir a doblar una esquina, alguien me preguntaba a qué me dedicaba si ya no pertenecía al gremio de los chupatintas y yo le contestaba lo que Diaghilev respondió un día cuando le preguntaron qué era exactamente lo que hacía en los ballets rusos, ya que ni componía, ni tocaba, ni bailaba:—No hago nada, pero soy indispensable.
La verdad es que tiene buena pinta, aunque por el momento no me animo a leerla. No descarto hacerlo en un futuro.
ResponderEliminarMuy buena reseña para empezar.
Besos:)