Terminé hace días la autobiografía de Miguel Ríos, Cosas
que siempre quise contarte. Y ando leyendo justo ahora una biografía de Barón
Rojo, escrita por Mariano Muniesa. Hay dos fragmentos que he destacado de ambas
lecturas, dos fragmentos que hablan de la incertidumbre y de lo que cuesta
llegar a triunfar. Muchos artistas, después de trabajo y esfuerzo, lo logran.
Tanto Miguel Ríos como Barón Rojo, más allá de gustos musicales personales,
están en las páginas de la historia musical de este país. ¿Pero y los que se
cayeron por el camino y no llegaron? Son muchos los que caen. Y los que triunfaron, muchas veces, estuvieron a punto de caer también.Comparto dos fragmentos con ustedes:
El capricho ingobernable de la memoria amontona en mi cabeza los recuerdos amargos de los múltiples reveses que me ha propinado mi empecinamiento en vivir de un oficio más inestable que la Bolsa. Las noches de insomnio y confusión, atrapado en el círculo vicioso del miedo al fracaso. El miedo a no ser elegido. Esas imágenes de pensiones malolientes, de hoteles de carretera, de trenes de medianoche, de pueblos remotos, de salas semivacías, de públicos que miran lejos del foco que me enmarca, de inciertas carreteras secundarias que muestran tras la última curva un escenario sin luces, un equipo que no funciona, un camerino sin váter. De ese continuo desasosiego, emerge un chaval que se sobrepuso al insalvable revés de no debutar en el Rex. Un chaval sostenido por la esperanza y la necesidad de triunfar. Eso es lo que le contaba a mi cuñado, asesor y confidente en la distancia, en la mayoría de las cartas de esos años inciertos: <<Si no fuera porque sé que voy a triunfar, a ser el número 1, me volvería a casa. Son muy duras la incertidumbre y la soledad. Pero ¿qué voy a hacer en Granada?>>
Cosas que siempre quise contarte. Miguel Rios
Mariscal Romero, productor de Larga Vida Al Rock’n’Roll, recordaba: “Cuando estábamos grabando Larga Vida Al Rock’n’Roll, tengo una imagen grabada que nunca he olvidado, y era la imagen de Sherpa. Hubo muchísimos días que vino al estudio hecho polvo, deprimidísimo, parecía un mendigo, siempre con un chándal y una gabardina, y había días que según llegaba, se tumbaba en un sofá que había en una de las salas del estudio y se echaba a dormir. ¡Incluso a veces se echaba en el suelo! Yo creo que en ese momento Sherpa no creía cien por cien en el proyecto, y hasta cierto punto era lógico: Vamos a ver, que nadie me entienda mal, Sherpa era, y es, un músico de un talento increíble, pero que en el 80 estaba muy quemado. Era el clásico músico que había estado malviviendo con la música muchos años, tuvo una carrera en solitario que no funcionó, los Módulos tampoco tuvieron el éxito que él probablemente esperaba, no sé, quizá en ese momento pensaba: esto va a ser una más de mil y una intentonas, y yo en aquella grabación no le vi volcado, no le vi creyéndoselo al cien por cien. Ahora bien, tengo que decir igualmente que cuando el Barón petó, y se dio cuenta de que aquello sí que iba a funcionar, entonces se dejó la piel, se entregó al grupo en cuerpo y alma, hizo unas canciones acojonantes, se metió en el rollo del Heavy como nadie y bueno, tú lo sabes Mariano, en directo se convirtió en la figura central de Barón Rojo. Ahora, eso sí, aquel Sherpa siempre hecho polvo, dormido con la gabardina y el chándal, esa imagen no se me ha borrado nunca”.
Barón Rojo. Mariano Muniesa.