Ficha
Título:
La melancólica muerte de Chico Ostra
Autor:
Tim Burton
Nº de
páginas: 144 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: Anagrama
Lengua: Castellano
Traducción: Francisco Segovia
Traducción: Francisco Segovia
ISBN: 9788433968999
Sinopsis (extraída de la web de la casa del libro)
En este libro, escrito y dibujado por Tim Burton, el
cineasta de Ed Wood, Batman, Eduardo Manostijeras y Beetlejuice se muestra fiel
a su universo de una inventiva tan particular, en la que se mezclan la crueldad
y la ternura, lo macabro y lo poético.
Tim Burton nos ofrece una asombrosa galería de niños
solitarios, extraños y diferentes, excluidos de todos y próximos a nosotros,
que nos van a horrorizar y enternecer, a emocionar y hacer reír.
Opinión personal
Hablar de Tim Burton es
hablar, esencialmente, de cine. Pero el cineasta también explotó su vena
creativa con La melancólica muerte de Chico
Ostra, un poemario de 23 poemas
narrativos ilustrados por el propio Burton. Y, aunque Burton cambia de registro
artístico, en La melancólica muerte de Chico Ostra nos ofrece
el mismo universo Burtiano de siempre, reconocible para todos aquellos que
estén familiarizados con su cine.
Un inciso: me gustan varias
películas de Tim Burton, aunque con otras no termino de disfrutar. Con el cine
de Tim Burton me pasa algo curioso, y es que siento que me da una de cal y otra
de arena. Por un lado, me gusta muchísimo lo que expresa en su cine, me gustan
mucho sus personajes extraños a ojos de los demás, inadaptados, que no
pertenecen al mundo porque forman parte de otro —o de ninguno, porque están
entre dos mundos, y por ende de ninguno—. Pero por otro lado, hay algo que no
me acaba de convencer de Burton… y no sabría explicar exactamente el qué,
quizás es la combinación de la estética gótica con el humor.
Sin embargo, La melancólica muerte de chico Ostra si
es totalmente de mi agrado, ya que recoge lo que más me gusta de Burton. Por
los poemas desfilan una serie de niños extraños, literalmente monstruosos, —porque
Burton es muy literal—, así Chico Brie tendrá literalmente un queso por cabeza,
y Carboncillo será un niño de carbón. Uno se acuerda, irremediablemente, de
Eduardo Manostijeras. Un personaje con una peculiaridad física —en vez de manos
tiene tijeras— que le hace ser un “monstruo” y sin embargo es extremadamente
bondadoso e inocente. Al principio, para la comunidad social, Eduardo
Manostijeras es una novedad muy mona, pero al final la mezquindad del vecindario, que desde luego no tiene la bondad ni la candidez del protagonista, lo
verá como un monstruo peligroso, y le cogerá miedo. De la misma manera, en La melancólica muerte de Chico Ostra, da la sensación de que los
personajes, pese a su apariencia monstruosa, no tienen ni pizca de maldad y son
pura inocencia, y si algunos provocan miedo es porque ni ellos son conscientes
de que están haciendo algo mal. Por citar un caso: Chico Momia, que resulta que
es un antiguo faraón reencarnado, le gusta jugar a perseguir doncellas para
sacrificarlas. Lo cual, evidentemente, conllevará el rechazo de los demás y hará
que Chico Momia se quede triste y solo. Y al final acabará muerto de un palazo
en la cabeza al ser confundido con una
piñata. La obra, por lo tanto, tiene también un toque de humor negro, en una
mezcla extraña de crueldad y ternura.
Así pues, cada poema nos irá
presentando uno de estos niños monstruitos y ninguno acabará demasiado bien.
Algunos mueren, como el ya citado Chico
Momia. Y otros se llevarán algún chasco en la vida o fracasando. Es el caso de Ojos
de Clavo, que ilusionado se hace su arbolito de navidad pero, estando ciego, el
pobre no se da cuenta de que su árbol es un desastre y está mal hecho. O el
Chico Robot, al que todo el mundo acabará confundiendo con un cubo de basura. O
la Chica Vudú,
que tiene agujas clavadas en el corazón y cuando enamora a algún chico no podrá abrazarlo si no quiere que sus propias agujas se le clavan aún más adentro — Dios Santo, ¿no es una metáfora perfecta?— . Tanto las narraciones
y los personajes pueden parecer un poco absurdos a priori, pero a poco que
reflexionas sobre los poemas te das cuenta de lo metafóricos que son. Personalmente,
me encantó la metáfora que veo en el de Chico Tóxico, pero no la comentaré que
bastante he destapado ya de poemario.
El pobre Chico Robot, usado como cubo de basura. |
La obra se lee en nada, los
poemas son breves y de fácil comprensión tanto en español como en inglés —la
edición que manejo, de anagrama, los muestra también en inglés en el anexo
final—, y con un toque a modo infantil. Y digo "a modo infantil" porque
creo que es más un tono aparente que no el hecho de que sea una obra
propiamente dirigida a niños. O al menos, no sé si es muy adecuado para un niño
que se citen problemas de erección —en el caso del padre de Chico Ostra—, o que
el Chico Robot sea un robot porque su madre fue adúltera y mantuvo relaciones
sexuales con un horno. Así que yo, personalmente, veo la obra más destinada al
público adulto —a un público adulto que no tenga prejuicios ante barnices
infantiles, claro—. ¿Y por qué son los protagonistas niños? Tal vez Tim Burton
se base en circunstancias de su infancia. En palabras del propio Burton (de su
biografía My Art and Films): “Muchas
de las cosas que ves cuando eres niño permanecen contigo. Pasas la mayor parte
de tu vida intentando asimilar esas experiencias”.
En definitiva, La melancólica muerte de Chico Ostra ha
sido una buena lectura, amena, y más profunda de lo que aparentemente pueda
parecer. Y los dibujos merecen también mención especial, ya que refuerzan el
mensaje de los poemas.
Puntuación: Notable.
Te gustará si te gustan
especialmente las películas de Tim Burton y su universo estético.
Un framento:
Un framento:
CARBONCILLOEn Navidad, Carboncillo, como siempre recibiócarbón, lo que lo alegró.En Navidad, Carboncillo, en lugar de su carbón,algo pequeño encontró,cosa que lo confundió.En Navidad, Carboncillo padeció una confusión:alguien creyó que era hollíny a la calle lo barrió.