miércoles, 31 de diciembre de 2014

Pícnic junto al camino, de Boris Strugatski y Arkadi Strugatski. O cómo los extraterrestres ni se dignaron a mirarnos.




Ficha
Título: Pícnic junto al camino
Autor: Boris y Arkadi Strugatski
Número de páginas: 239
Tapa: blanda
Editorial: Ediciones B
Lengua: Castellano

Sinopsis (extraída de anobii):
La fugaz visita de naves extraterrestres ha dejado misteriosos desperdicios fruto del insólito pícnic junto al camino de unos seres absolutamente incomprensibles. Las que fueron Zonas de aterrizaje son ahora lugares peligrosos y prohibidos, donde unos misteriosos objetos desencadenan todas las ambiciones humanas. Los stalkers se arriesgan a entrar furtivamente en la Zona para rescatar, cual hormigas laboriosas, esos restos abandonados por los que suspiran al unísono la ciencia y el hampa.

Opinión personal
Normalmente cuando planteamos la posibilidad de que una nave extraterrestre aterrice en nuestro planeta pensamos en dos posibilidades:
1- Vienen en son de guerra a conquistarnos, los muy cabrones.
2- Vienen en son de paz, y tal vez con su súper tecnología nos ayudarán a resolver todos nuestros problemas.
Pues bueno, en Pícnic junto al camino, clásico de la ciencia ficción de los hermanos soviéticos Boris y Arkadi Strugatski (astrónomo el primero, y filólogo el segundo), se nos presenta una tercera posibilidad: esos seres, venidos de otra parte del universo, llegan hasta nuestro planeta, no sé sabe qué demonios hacen (¿recoger materias primas tal vez? Pero sólo es una suposición mía, en la novela no se da ninguna pista), y se largan. Sí, se largan pasando completamente de nosotros, ni se dignan a mirarnos.
Con este panorama arranca la novela, ya que se nos pone en antecedentes de la llamada Visita desde las primeras páginas de la obra. Han pasado ya décadas de aquel suceso y nos encontramos en Harmont, Canadá, una de las varias denominadas Zonas que recibió la Visita. Y allí donde hay una zona habrá una serie de objetos que las naves alienígenas dejaron desperdigados. Objetos extraños, que hacen cosas raras e inexplicables, y que los científicos no pueden explicar con nuestras leyes físicas y químicas(1). Las autoridades toman cartas en el asunto, y en cada zona se mantendrá un férreo control militar y se instalarán institutos científicos para estudiar los extraños restos extraterrestres así como también los incomprensibles fenómenos paranormales que suceden allí.Y en este contexto, se desarrolla la historia de Redrick Schuhart, el protagonista de la novela. Red es un stalker, es decir: un hombre especializado en entrar furtivamente en la Zona para coger esos objetos caídos del cielo, con lo que eso conlleva: perder la vida, ya sea por los peligrosísimos fenómenos inexplicables (como por ejemplo, la terrible “gelatina de bruja”) o porque un guardia te tirotee (2).
Los hermanos Strugatski

¿Saben dónde está el grandísimo encanto de esta lectura? En que, como buena novela de ciencia ficción, habla esencialmente de nosotros. Sí, vale, trata de una visita extraterrestre a la tierra, pero los extraterrestres ni aparecen en la obra. No es una novela en la cual el enemigo sea un conquistador alienígena al que debamos exterminar en un épico combate, como en tantas películas made in Hollywood nos ha mostrado. Aquí el enemigo, en todo caso (y si es que se le puede llamar así), es la Zona, con sus misterios y sus cachivaches tecnológicos esparcidos por el territorio, lo cual representa un desafío para nuestras limitadas mentes humanas. Desafío que no parece que podamos vencer, y es que hay una frase genial en la novela que lo resume todo perfectamente: “Son respuestas que nos han caído del cielo a preguntas que todavía no sabemos formular”.
 
Pícnic junto al camino no es una novela de ciencia ficción en la que tampoco prime la acción, si bien las incursiones en la Zona tienen su miga. Es más bien una fotografía social, ya que nos muestra el impacto sociológico que provoca la Visita: una gran duda e incerteza en nuestras creencias humanas, provocado por este acontecimiento. Por eso no es descabellado afirmar que Pícnic junto al camino, además de ser una novela de ciencia ficción, se puede considerar también una novela negra, con esos stalkers mercenarios y de dudosa moralidad (aunque Red nos cae bien si lo comparamos con otros stalkers que conoceremos), dados a los vicios y a la picaresca para sobrevivir, con esa sensación de miseria humana de los bajos fondos de Harmont, con su corrupción (a veces son los propios Institutos quienes compran el material furtivo a los stalkers) y ese ambiente de vigilancia militar. Todo eso conforma un paisaje desolador, y veremos qué tal le va a Redrick. La novela consta de cuatro capítulos que globalmente nos dará una historia fragmentaria, ya que cada capítulo es un salto temporal que nos muestra un momento determinado de la vida del protagonista. El primer capítulo está narrado en primera persona por Red, el resto tendrá un narrador externo. Un narrador que no será omnisciente, y es todo un acierto que no lo sea porque remarca el misterio y la incomprensión de esa huella extraterrestre que nos ha quedado en el planeta. De hecho, no se describen todos los fenómenos ni objetos extraños que se nombran. Sólo sabremos que no sabemos nada, y probablemente nunca se sabrá.

He disfrutado mucho de esta novela. Me hizo pensar que cuando estudiamos historia vemos como el antropocentrismo, al sustituir al teocentrismo, revalorizó al ser humano y nos colocamos a nosotros mismos en el centro del universo, hasta acabar dirigiendo nuestros telescopios a los cielos en nuestro afán de conocimiento. Se puede decir que la humanidad gozaba de buena autoestima. Pero parece que esta visita nos la hizo añicos. Porque ahí estamos, arriesgando la vida y montando un amplio dispositivo militar-científico alrededor de las Zonas, fascinados por lo que un día nos cayó del cielo. Y que sin embargo, qué irónico, al estar todo abandonado de cualquier manera, lo más probable es que se trate de la chatarra de otra civilización.

Por último, Pícnic junto al camino no es una novela que dé respuestas, pero sí hace que el lector se plantee muchas preguntas. Y les digo, palabra de vuestro amigo Letraherido, que sólo por la conversación que se da en el tercer capítulo entre dos personajes (Noonan, y el doctor Pilman) (3) este libro merece mucho la pena. Les recomiendo entusiastamente esta pequeña joya que es Pícnic junto al camino.

Puntuación: notable alto
Te gustará si te gusta la buena ciencia ficción en una obra breve y además que no proceda del mundo anglosajón. Y también si te gusta la novela negra.
Fragmentos:

(1) Objetos como los vacíos:
Llevaba meses peleando con esos <<vacíos>>; a mi modo de ver, sin beneficio alguno, ni para la humanidad ni para él mismo. En su lugar, yo ya habría mandado todo al carajo y me habría buscado otro trabajo que me proporcionara el mismo sueldo. Claro que, si uno lo piensa bien, un <<vacío>> es algo misterioso, hasta incomprensible se podría decir. Yo he tenido muchos entre las manos, pero no dejo de sorprenderme cada vez que veo uno. Son sólo dos discos de cobre, del tamaño de un plato pequeño de medio centímetro de grosor, más o menos, separados por una distancia de cuarenta centímetros. Nada más. Nada, absolutamente nada, sólo espacio vacío. Se puede meter la mano allí, incluso la cabeza si uno enloquece al contemplarlos: no hay nada, aire y nada más. Tiene que haber alguna fuerza entre los dos platitos, tal como yo lo veo, porque nadie ha logrado juntarlos, ni tampoco separarlos.
La verdad, amigos, es difícil describirlos a alguien que no los haya visto. Son demasiado simples; sobre todo cuando uno los mira muy de cerca y acaba por creer en lo que ve. Es como tratar de describir un vaso, por no decir una copa: uno acaba maldiciendo por la impotencia. Muy bien, supongamos que lo habéis entendido; y los que no lo tengan claro que lean el boletín del instituto: en todos los números hay un artículo sobre los <<vacíos>>, con fotos y todo.

(2) Redrick sale de la zona, y así nos lo encontramos:
Después me senté en el banco, con la cabeza vacía, el alma vacía. Bebía el whisky como si fuera agua. Estaba vivo. La Zona me había dejado salir. Me había dejado salir, la muy puta. Esa maldita y traicionera puta. Estaba vivo. Los sabelotodo nunca eran capaces de apreciarlo, sólo un stalker lo comprendía. Las lágrimas me corrían por las mejillas, no sé si por los tragos o por qué. Mamé de la petaca hasta dejarla seca. Yo estaba mojado; la petaca, seca. Por supuesto, no alcanzó para ese último sorbo que necesitaba sin falta. Pero eso tenía solución. Todo tenía solución, porque estaba vivo. Encendí un cigarrillo y, mientras fumaba, allí sentado, me invadió el cansancio. Entonces me acordé de la bonificación. Ésa era una de las grandes ventajas del instituto. En el mismo momento que regresas, puedes ir a retirar el sobre.

 (3) Una minúscula muestra:
—¿Cómo ha dicho?
—Un picnic. Imagine un bosque, un camino en el campo, un claro. Un coche sale del camino y se interna en el claro. Aparece un grupo de gente joven, con cestas de comida, Chicas, transistores, máquinas fotográficas, cámaras… Encienden un fuego, montan las tiendas, ponen música. Por la mañana se marchan. Los animales, los pájaros y los insectos que los han estado observando horrorizados durante la noche vuelven a salir de sus escondrijos. ¿Y con qué se encuentran? Gasolina y aceite derramados en la hierba, bujías. Todo tipo de desechos: linternas usadas, válvulas y filtros usados, alguien dejó una llave inglesa(…)
—Ya entiendo: un picnic junto al camino.
—Exactamente. Un picnic junto a algún camino del cosmos. Y usted me pregunta si van a volver.
—Déme un cigarrillo —pidió Noonan—. ¡Qué se vaya al diablo esa maldita pseudociencia! Lo había imaginado todo muy distinto.
—Está en su derecho.
—Eso significa que ni siquiera repararon en nosotros.
—¿Por qué?
—Bueno, sea como fuere, no nos prestaron ninguna atención.
—En su lugar, yo más bien me alegraría de eso, ¿sabe? —le aconsejó Valentine.

9 comentarios:

  1. Joé, me gusta el planteamiento. Es verdad que cuando pensamos en extraterrestres pensamos en que vengan a nosotros POR ALGO, en que tengamos alguna relevancia. Pero, ¿y si no? A lo mejor eso es lo que peor llevaríamos xD

    Me lo pongo en la lista de pendientes, tengo que leer más ciencia ficción.

    Espero que empieces el año con buen pie :)

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    1. Pues sí, dicho planteamiento me ha parecido muy interesante en la novela.
      Muchas gracias, yo también espero que tengas un buen 2015
      Un abrazo.

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  2. Como complemento a la lectura:

    http://www.imdb.com/title/tt0079944/

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    1. Me enteré de esa película justo cuando decidí leerme la novela. No la he visto, pero las críticas leídas dicen que el libro es superior. De todas formas, de Taikovski vi la película "Nostalgia" y no acabé de encontrarle el qué.
      Gracias por el enlace.
      Saludos!

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    2. Que conste que no la he visto yo tampoco, la conocía de los blogs de cine que sigo, pero nada mas.

      La que si que he visto es la de El Poder de un Dios, que también es una adaptación de una novela de los hermanicos estos y que está muy bien, por cierto.

      :)

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  3. No la conocía, pero tiene un planteamiento bastante interesante.
    Saludos :)

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  4. ¡Tiene muy buena pinta! Gracias por tu recomendación.

    Yo sí creo que si en algún momento vinieran extraterrestres (si es que no han venido ya y nadie nos ha avisado de ello… o lo mismo ni quienes deberían de haberse enterado se han enterado) después de ver lo que hay darían marcha atrás sigilosamente cual planta rodadora en el desierto y cogerían sus bártulos y se largarían. xD Aunque yo soy un pelín misántropo, lo mismo no es del todo imparcial mi opinión.

    A ver qué tal está la novela, hablas muy bien de ella y se nota que te gustó mucho.

    ¡Un saludín!

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    1. Si la lees, espero que te guste :)
      Ahora se ha vuelto a editar en la editorial Gigamesh, y con nueva traducción. De hecho, ha cambiado hasta el título: Pícnic extraterrestre.
      ¡Saludos!

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