Llegué por curiosidad a esta entrada que enlazo aquí, en la
que se nos muestra una lista de 20 libros que la gente finge haber leído. La
mayoría son clásicos, porque ya se sabe, suelen ser los clásicos los que más se
finge haber leído. Pero también se cuelan en el ranking libros más populares
como Harry Potter y Cincuenta sombras de grey (aunque creo que éste último podría
entrar en otro ranking: libros que la gente ha leído y no lo reconoce). Alguien
me comentó que no le parecía creíble haber fingido leer un best seller popular
de nuestra época, y menos Cincuenta sombras de grey, pero yo sí me lo creo, porque
conozco a gente que es sólo lectora de best seller actual. Porque todos damos por hecho que existe un elitismo hipster, pero
también existe un elitismo bestselliano. Quizás algún día hable de elitismos.
Pero ahora no me quiero desviar. En general, no le suelo dar
mucha importancia a las listas de ningún tipo. Me resultan curiosas, eso sí, y
no me declaro nunca enemigos de listas y rankings, pero eso no significa que
crea que se deben tomar como un baremo objetivo. El caso es que el ranking que
aquí cito me ha hecho pensar en algo… si es verdad que la gente finge haber leído
libros que no ha abierto en la vida, ¿por qué será?
Tal vez esté relacionado con algo que me ha sucedido a mí en
varias ocasiones. Nadie se sorprenderá si digo que mi afición favorita es la
literatura —por algo ustedes me están leyendo en este blog—, así como tampoco
se sorprenderá nadie si digo que termino un libro y cojo otro. Vale, pues no se
imaginan la cara tan rara que me han puesto cuando he reconocido no haber leído
tal o cuál libro. Me ha pasado en diversas ocasiones. Por ejemplo, una vez le
dije a alguien que no había leído—y todavía aún no he podido leer— La ciudad de
los prodigios, de Eduardo Mendoza. Cara rara al canto. Es todo un clásico de
uno de nuestros autores barceloneses, me dijo. Y de nada sirvió citarle otras
novelas de Mendoza que sí había podido disfrutar. El caso es que no podía ser
que no lo hubiera leído. En otra ocasión, fue un lector aficionado a la
literatura japonesa, que me dejaba caer que cómo podía ser un buen lector “si
tu conocimiento de literatura asiática es tan pobre”. Y bueno, el caso de “¿y cómo no
has leído aún tal novela?¡Si es un clásico!” se ha repetido algunas veces más.
Digo yo que al igual por eso hay gente que miente, para
evitar esas caras raras a modo de reproche, por miedo a parecer ignorante y no sólo para fardar de lo que se ha leído. Y normalmente, mi experiencia me dice que los que se suelen
extrañar de que no se haya leído a tal o cuál novela no suelen ser precisamente
los que más abarcan, porque no se puede ser un buen lector sin saber que año
tras año tu lista de lecturas pendientes, lejos de disminuir, aumenta. La
literatura es insondable, por mucho que acotes elitistamente y uno se diga a sí
mismo que sólo leerá clásicos. Da igual. Porque la materia literaria aún
seguiría siendo enorme: el número de clásicos de otros países a lo largo de sus
otras épocas es inmenso. De hecho, acotar tanto te lleva, paradójicamente, a lo
mismo: a perderte grandes obras. Por no hablar de que cada vez que coges un
libro hay otro que no estás cogiendo —y perdonen lo obviedad, pero visto lo visto
conviene señalar lo obvio—. Si repaso mis lecturas de los últimos meses, me doy
cuenta que por escoger la trilogía de La materia oscura decidí postergar El
señor de los Anillos, por coger Orgullo y Prejuicio al final la famosa Madame
Bovary me sigue esperando, y por leerme Muerte en Venecia hay otra obra cumbre de
la literatura alemana, Fausto, que aún espera que abra sus páginas. Y para qué
seguir.
Para más inri, me pasa también lo siguiente: me gustan prácticamente todos los
géneros literarios. Y todas las épocas literarias, desde la época antigua grecolatina, pasando por la Edad Media. Así
que picoteo de aquí y de allá. Tanta dispersión hará que uno nunca se
especialice en ningún género o época literaria en concreto. Cierto. Nunca seré
maestro de nada, pero qué quieren que les diga, apreciados lectores: me hace
más feliz ser aprendiz de todo.
Me has recordado un libro de Alejandro Zambra (Bonsái) en el que los protagonistas decía haber leído a Proust cuando no lo habían hecho. Mentirijillas para sentirse mejor o sentirse más, supongo.
ResponderEliminarCon tanto libro que hay creo que es innecesario fingir que has leído tal o cual libro, imposible abarcarlo todo, incluso esos que parece pecaminoso no haber leído. Y sí, a mí también me hace más feliz ser aprendiz.
Un abrazo
Ana Blasfuemia, tengo el libro de Zambra en casa precisamente, y me animé a leerlo precisamente por la reseña que hiciste ;) A ver cuando lo cojo.
EliminarOtro abrazo para ti.
¡PERO BUENO! ¡NO PUEDE SER! ¡Letraherido ha vuelto del limbo de la no-publicación de posts! xD
ResponderEliminarFuera bromas. Entono el mea-culpa. Alguna vez he dicho esa frase. Pero no lo hago como reproche, sino más bien queriendo decir que es un libro muy bueno, que se lo recomiendo mucho. Las veces que recuerdo haberlo dicho iba referido a 1984, de Orwell... jajaja
Pero también es cierto que cuando alguien se llama inculto/a por no haber leído un clásico, o se lo reprocha, le digo que hay tiempo, y que no se puede haber leído todo. Poco a poco. Como tú dices, cuando elegimos un libro, estamos descartando todos los demás. Al menos momentáneamente.
Me quedo con el final. A mí también me pasa eso, y me acomplejó mucho durante la carrera, por ejemplo. Pero a mí también me hace más feliz ser aprendiz de todo. :)
¡Besos!
En serio, que es un gusto leerte. Publica más, ¡leñe! xD
Gracias por tu coment :)
EliminarY sí, muchos meses sin postear. Espero no hacer esperar tanto a los merodeadores de mi blog, que no lo merecéis :P
¡Un abrazo!
Ufffff... Voy a ver el post que citas. Yo ahora tengo que coger libro nuevo (anoche me despedí de Cyrano, ya te cuento abajo) y ahora no sé... Si cojo a Mendoza, vuelvo a dejar de lado a Pérez-Reverte, pero también me pone ojitos Robinson Crusoe y eso haría que me diera un respiro de las novelas de capa y espada... Dudo.
ResponderEliminarCyrano me ha gustado mucho, mucho. Me falta digerirlo un poco pero, jo, ay... En fin...
Sigo queriendo un poquito más a los mosqueteros, pero Cyrano está en el mismo escalón que Dantés ahora mismo.
Y el fanfarrón de la pastelería... Mi D'Artagnan no es así.
Hola, Carlota. Bienvenida a mi blog :)
EliminarDe los Mosqueteros me leí Los tres mosqueteros y Veinte años después. Me falta el vizconde de Bragelonne, pero no lo tengo a mano (en cambio, los otros dos títulos sí se encuentran con facilidad). No sé si atreverme a reseñar ya los dos primeros, pese a que leer el fin de la saga ahora mismo me parece complicado. Así que si tengo que esperarme a leerme la trilogía para hacer las reseñas me puedo morir...
¿De Pérez-Reverte has leído El Club Dumas? Porque si te gustan los mosqueteros te va a encantar.
Y cuando hablas del fanfarrón de la pastelería como D'Artagnan... no sé a qué te refieres, ando un poco perdido. En la edición que yo leí, aparece D'Artagnan al final del duelo del acto I, a felicitar a Cyrano:
"GENTE
—Magnífico. —Admirable.—Precioso.—Innovador.
LE BRET
¡Insensato!
GENTE.
—Soberbio. —¡Sois un genio, señor!
UNA DAMA.
¡Es un héroe!
(La multitud estruja a Cyrano. Confusión. Un mosquetero se aproxima a paso vivo hacia Cyrano con la mano extendida.)
MOSQUETERO.
Os suplico que aceptéis mi cumplido:
habéis estado espléndido… ¡Yo soy un entendido!
Le habéis dado una buena lección a ese patán.
(Vase.)
CYRANO. (A Cuigy):
¿Quién es el caballero?
CUIGY.
Se llama D’Artañán.”
Saludos :)
En la versión que yo he leído no sale el nombre :-S
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarCreo que ya sé por qué... La versión que yo tengo está novelada. Tras el duelo con De Guiche no se nombra a D'Artagnan.
EliminarPero en el segundo acto, en la pastelería de Ragueneau, hablan de un "mosquetero (anónimo) de altivo continente, con toda la pinta del fanfarrón..." que se apunta para sí el episodio de la puerta de Nesle de la noche anterior.
En fin... Contemporáneos (real y literario), gascones, en la misma ciudad... Pero sí me resultó curioso ver a De Guiche de nuevo. En El vizconde de Bragelonne, Raúl es muy amigo de su hijo. Por cierto, yo me tuve que ir a la caseta de la editorial Cátedra, en la feria del libro de Madrid, para encontrarlo. Es complicado pero merece la pena.
¡Un saludo!
Pues sí, será eso. Porque tengo otra edición más antigua de Cyrano, también en la editorial Espasa pero con otra traducción, así que fui a mirar para ver si era invención del traductor, pero en ésta también vuelve a aparecer ahí D'Artagnan. Así que supongo que en la obra original también se cita al famoso mosquetero de Dumas.
EliminarNo sabía que en el vizconde de Bragelonne apareciera el conde De Guiche. Ojalá pueda hacerme con él.
Saludos :)
Hola :) Pienso que, en general, en cualquier disciplina, cuanto más sabes, más consciente eres de que lo que queda por aprender es mucho más de lo que conoces. Cuando alguien sólo conoce dos obras (es decir, los best seller de turno) evidentemente se extraña de que un "gran lector" no las haya leído. Creo que no son conscientes de todas las obras que en realidad existen. Tan solo eso :P
ResponderEliminarUn saludoo
La has clavado :) Es tal que así.
EliminarSaludos!
Es el eterno problema de los cánones literarios, que la gente se siente "obligada" a leer esto o aquello. Y es una pérdida de tiempo precioso que uno puede dedicar a leer lo que verdaderamente te hace tilín.
ResponderEliminarNo hará mucho, en una charla de café con unos compañeros de trabajo, estuvimos hablando de los Diez libros que muy pocos han logrado terminar y fue curiosísimo, porque eramos tres personas muy leídas y habiamos coincidido muchas veces en nuestras lecturas, pero miramos la lista y al respecto, nuestras opiniones eran dispares. Por ejemplo, yo era la única que había leído y disfrutado la Divina comedia que al resto le parecía un pestiño, mientras que Tristram Shandy la he cogido y dejado veinte veces. Cada lector es un mundo. Está bien que haya libros clásicos, pero al final cada uno tenemos nuestras inclinaciones particulares.
Curiosa la lista que enlazas. De toda ella, sólo he leído Orgullo y prejuicio (que algún día le dedicaré entrada), y lo pude terminar. Los demás ni los he empezado. Ni sé si los empezaré pese a que algunos me llaman mucho. Lo dicho: demasiados libros, poco tiempo para todos.
EliminarUn saludo.
Efectivamente: hay lectores de best seller y no me parece mal. Cada cual tiene su gusto y tendencia. Leo algunos no siendo mi género.
ResponderEliminarSí, género. Un best seller es un género.
A mi me da igual cuando me dicen eso de "pero cómo, ¿no lo has leído? Pues no, ni lo he leído ni me atrae, ya ves.
Me regalaron las cincuenta sombras, lo leí, incluso en el metro y sin ocultar cubierta, y no me gustó nada de nada.
No he leído a Eduardo Mendoza, Harry Poter, el primero por cuestión de trabajo (no es justificación; tampoco me atraía), y tantos y tantos que no leeré.
Y sí, con los clásicos hay mucha mentira.
La de gente que conozco que se han "leído" El Quijote... No he podido con él, y eso que lo he intentado varias veces. Descartado ya.
Saludos.
Lo más fácil es simplemente leer lo que a uno le apetece y ser sincero con sus lecturas. Nada de avergonzarse por leer libros que son calificados de basura y tampoco nada de avergonzarse por no haber leído tal o cuál clásico (que aunque te ciñas sólo a clásicos, ni aún así puedes abarcarlos todos).
EliminarUn abrazo.