Ficha
Título: Irlanda
Autora: Espido Freire
Autora: Espido Freire
Editorial: Planeta de Agostini
Colección: Escritoras de hoy
Lengua: castellana
Nº de páginas: 185
Nº de páginas: 185
Sinopsis (extraída de internet):
Desde que Sagrario ha muerto, las cosas son distintas para Natalia, su hermana, y para sus padres, que en un intento por protegerla de la tristeza la envían al campo a pasar el verano. Allí, en la vieja casona familiar, se reúne con sus primos, Irlanda y Roberto, que con la ayuda de unos amigos se han propuesto adecentar la casa para venderla. Así comienza ese verano en que Natalia, una joven tímida que apenas ha salido de su entorno familiar, vivirá envuelta en flores secas, vestidos antiguos, conjuros mágicos, sueños y pesadillas. Y en ese mundo frágil, que resurge con la oscuridad y en el que nada es como parece ser, se pone de manifiesto la insalvable distancia que separa a Natalia de sus primos, especialmente de la encantadora y dulcísima Irlanda. Haciendo gala de una maestría narrativa que mezcla con prodigioso equilibrio tradiciones del mundo celta con el descaro provocativo de una Françoise Sagan, Espido Freire nos ofrece una primera novela en la que la belleza, la crueldad y los presentimientos recrean una atmósfera inquietante e irresistible.
Desde que Sagrario ha muerto, las cosas son distintas para Natalia, su hermana, y para sus padres, que en un intento por protegerla de la tristeza la envían al campo a pasar el verano. Allí, en la vieja casona familiar, se reúne con sus primos, Irlanda y Roberto, que con la ayuda de unos amigos se han propuesto adecentar la casa para venderla. Así comienza ese verano en que Natalia, una joven tímida que apenas ha salido de su entorno familiar, vivirá envuelta en flores secas, vestidos antiguos, conjuros mágicos, sueños y pesadillas. Y en ese mundo frágil, que resurge con la oscuridad y en el que nada es como parece ser, se pone de manifiesto la insalvable distancia que separa a Natalia de sus primos, especialmente de la encantadora y dulcísima Irlanda. Haciendo gala de una maestría narrativa que mezcla con prodigioso equilibrio tradiciones del mundo celta con el descaro provocativo de una Françoise Sagan, Espido Freire nos ofrece una primera novela en la que la belleza, la crueldad y los presentimientos recrean una atmósfera inquietante e irresistible.
Opinión personal
Leí Irlanda hará
unos diez años, cuando cayó en mis manos de forma casual —como muchas de mis
lecturas—, en la edición que pueden ver en la imagen, en la colección de
Escritoras de hoy. Me impresionó su final y fue una buena lectura. Revisando
los libros de mi estantería, volví a toparme con Irlanda, y pensé
que merecía la pena reseñarla. Así que le hice una relectura ultra rápida para
refrescar sensaciones. Era la excusa perfecta para venir aquí y abrir la
persiana, que la abro demasiado poco y hay que poner remedio.
Irlanda no es una novela extensa, y está parcelada en doce capítulos
sin título. Fue la opera prima con la que debutó Espido Freire en
1998, y hasta la fecha es la única novela de la autora vasca que he leído —Melocotones
helados, con la que ganó el Premio Planeta al año siguiente, la tengo por
casa, y es cuestión de tiempo que algún día la lea—. Me pareció una lectura
amena que iba in crescendo, hasta llegar al desenlace final, el cual en mi
opinión es el punto fuerte de la obra. Pero empecemos por el principio de la
novela: nos encontramos con Natalia, una adolescente como personaje principal y
voz narradora de la historia. Se trata de una chica tímida, apocada,
introvertida y muy encerrada en su solitario mundo de herbolarios y fantasías.
“Yo nunca había tenido amigas, no las necesitaba”, dirá. Porque para eso tiene
su mundo de fantasía que ella misma se construye y en el que se cobija, ya que
Natalia es asustadiza —sueña continuamente con una tortuga que la persigue
macabramente— y percibe el mundo como una amenaza. A la pobre chica además se
le murió su hermana Sagrario, y cuida de su otra hermana pequeña con mucho
mimo. Todo un amor de chica de la que compadecerse, y casi que te entran ganas
de entrar en la novela para abrazarla y reconfortarla. Y sin embargo… cuantas
más páginas llevas leídas, más extraño te parece algo… te preguntas hasta qué
punto es fidedigna la voz narrativa de Natalia, porque algo no cuadra con
exactitud. Pero hasta aquí puedo leer, ya que en esta entrada no habrá spoilers
del final. Y sinceramente, espero no dar demasiadas pistas.
Así pues, apreciados
lectores, conocemos a Natalia en esta tesitura. Sus padres, obviamente, están
preocupados:
—¿Has leído lo que dicen las monja?—No —dije yo.—Dicen que te distraes con facilidad, que no trabajas bien en grupo, y que eres poco sociable. Y que tal vez podrías poner un poco más de interés en las matemáticas. ¿Qué opinas tú de esto?—Tendría que prestar más atención a las matemáticas —confesé, con la cabeza baja.—No tienen delicadeza ni corazón. Se extrañan de que te distraigas. Yo ni siquiera esperaba que sacases el curso adelante —me cogió de las manos y me abrazó—. Ven aquí. Eres una buena alumna, una buena hija.
Es por eso que los padres
acuerdan que será bueno para Natalia que pase el verano en la casa de campo de
sus tíos, en compañía de sus primos, con el objetivo de que Natalia se evada,
se aleje de su hogar un tiempo y así olvidar el recuerdo trágico de Sagrario.
Así la mayor parte de la novela sucede temporalmente en verano y en una gran
casa de campo rural. Los padres de Natalia, pues, serán testimoniales. Al igual
que los tíos, también secundarios ya que se ausentarán frecuentemente y de
forma prolongada de la casa. Todo el foco se concentra en los jóvenes
adolescentes, en Natalia y en sus primos Roberto e Irlanda, y será ésta última
la que dará el título a la obra, porque es la protagonista real —Natalia es el
personaje principal, que no es lo mismo—. Y añadamos tres adolescentes más: dos
amigas de Irlanda, compañeras de instituto que sólo estarán presentes en los
primeros capítulos y después marcharan, y meras comparsas para resaltar a la
protagonista. Y ya por último, pero no menos importante para la trama, otro
amigo del instituto: Gabriel
Los jóvenes tendrán tareas por hacer durante el verano, consistentes en arreglar y adecentar la casa, ya que los tíos pretenden venderla, y conviene que tenga buena presencia. Los primeros días resultan casi bucólicos, y todos los personajes presentarán el mejor ánimo posible. Pudiera parecer en un primer momento que estamos ante una novela juvenil, de ésas de crecimiento personal que suceden a lo largo de un verano —a todos nos suena alguna novela o película de este estilo, ¿verdad?—. Pero no, no irá por ahí la cosa. Irlanda es una novela con un trasfondo oscuro, una novela cuya temática es la ambigüedad de las apariencias y la desenvoltura ante el mundo y sus reglas. E insertado en ese mundo de apariencias, el lector presenciará un combate entre Natalia e Irlanda. Sería muy tentador hablar también de la rivalidad feminina como otro tema presente, pero yo no lo termino de ver así. Porque de acuerdo, hay una guerra entre las dos primas que irá en aumento, pero el punto temático de la historia no es la rivalidad femenina, ya que la guerra entre féminas no es algo que esté inherente al principio de todo. Ni es algo que se produzca porque se tuviera que producir. Existe un trasfondo más oculto en la novela como para hablar de rivalidad femenina per se.
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Espido Freire |
De todas formas, Natalia e
Irlanda sí reflejan una dualidad clara en la obra. Ambas son los personajes más
importantes, y en ellas se ve un contrapunto claro: Irlanda es madurez y
desenvoltura total y absoluta, y domina totalmente las convenciones sociales
para conseguir fines. Y no le falta decisión en la vida. Natalia, por el
contrario, parece que siempre está a la espera de los demás. Parece un bicho
raro antisocial e incapaz de adaptarse ni de ser aceptada, hasta el punto en el
que llega a manifestar fastidio por tener que crecer:
—Contaba con los dedos los días que faltaban para que llegases —dijo—.No parecía que la casa estuviese completa sin ti. Es curioso volver a los sitios del pasado una vez que se ha crecido. ¿No crees? ¿No echas de menos a la abuelita? Me parece estar escuchando su voz a cada poco. Le hubiera encantado vernos tan mayores y tan sensatas —suspiró—. Hay un momento en el que se piensa que nunca se crecerá y que los mayores siempre tendrán razón. Y luego nos hacemos mayores sin darnos cuenta, y todas las habitaciones que antes nos parecían enormes han empequeñecido.Yo pensaba que los mayores siempre tendrían razón, y que resultaba, terriblemente lento y doloroso crecer, pero Irlanda se inclinaba sobre la cama con tanta gracia que no quedaba más remedio que comprobar que había crecido. Y era duro sentir que de algún modo eso me hacía crecer también a mí.—Yo preferiría no crecer —musité.—No seas tonta. Al convertirte en adulta todas las cosas te están permitidas.—Pero es a los niños a los que se les disculpan los errores.Irlanda me miró, un poco extrañada.
Irlanda, además, no es sólo astucia y madurez, también es
belleza y atracción. Es la chica perfecta de cara a la sociedad, y como
lectores lo sabemos no sólo porque la voz de Natalia nos la describa así, sino
por más detalles en la obra que nos permiten tomarlo como algo objetivo. Así
que Natalia tendrá aparentemente las de perder.
Pero dejemos ya la tensión
Irlanda-Natalia, recuerden que no les debo destripar nada. ¿Qué hace Espido
Freire con este material temático? Pues envolverlo todo con una buena
atmósfera. No se dice en ningún momento el lugar geográfico, pero por el verdor
de la vegetación, y porque pese al verano se percibe frescor, humedad y rocío
por las mañanas, me imaginé el norte de España, lugares como Asturias o muy
especialmente Galicia. Y es que el caserón está rodeado de un bosque, y a
través de la voz de Natalia sabremos de hierbas, plantas y árboles. A eso,
sumémosle la fantasía de la voz de Natalia. Hasta la propia casa da una
sensación de antigüedad, incluso como de cuento, con antiguallas y arcones que
contienen antiguos vestidos de la familia. En cierto modo, el caserón parece
suspendido en el tiempo. Poco a poco, esta atmósfera se empieza a convertir en
algo angustioso y oscuro, y más con la tensión emocional que va escalando en el
relato. Y todo este ambiente también se logra por el simbolismo que hay en la
obra, y que en mi opinión —y no lo digo como un rasgo negativo— es simple y sin
mucha complicación (1).
Ya el propio título, Irlanda, tiene su punto metafórico y ambiguo.
Sí, Irlanda es la protagonista, la persona enigmática y cruel a ojos de
Natalia, pero también piensas en el país homónimo, y en el verdor de sus
paisajes. Además, el nombre de Irlanda tendría una tercera vertiente: el
recuerdo de la abuela Hibernia, y la razón la pueden leer en este fragmento:
—No comienza con tu nombre —dije yo—. Aquí pone Hibernia.Mi prima movió la cabeza con desprecio.—Hibernia es el nombre latino de Irlanda, Natalia. Significa “tierra de los hielos eternos”. Mi nombre tiene al menos dos siglos —terminó, con aquella risa de cascada de agua que me destrozaba los nervios.De modo que así se llamaba Hibernia la cruel, con sus severos trajes de amazona y la pluma en el sombrero, fustigando a los caballos con las mismas manos de Irlanda y causando la misma admiración que ella. Me maravillé de no haberlo pensado antes y de haber soñado con ser como ella, con la vista perdida en el horizonte y las montañas. Traté de recordar lo que significaba mi nombre, salmodiado tantas veces, pero sólo acudió a mi mente la imagen de la ternerita en el establo.
Como ven, hay incluso hasta cierta
mitología familiar en la obra. Y no es que se trate de una novela fantástica,
o ajena a los asuntos terrenales. Simplemente este simbolismo unido a la voz de
Natalia le da aire un aire onírico. Porque lo terrenal no estará ausente.
Sin ir más lejos, hay un trasunto familiar de fondo: mientras que la familia de
Irlanda ha sido astuta y hábil para especular con los terrenos del pueblo, la de
Natalia se veía obligada a malvender su parte de la herencia (2). Y esa tensión latente
entre las dos familias se deja ver, si bien no se entra de lleno en ello y
queda como algo de fondo pero que carga —más— el ambiente.
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Algo así me imagino el lugar en el que se sitúa la novela |
Ya se me está haciendo larga la reseña, así que intentaré
encaminarla hacia su final. La pluma de Espido me
ha parecido muy inteligente, ha sabido jugar con el lector. Jugar, que no
engañar. Pues en realidad los detalles estaban ahí, y sobre el final de la obra
se nos revelan con un cambio de perspectiva. Es algo que ya pasó en otra obra
de la que les hablé: Soy leyenda. Si las comparo, Irlanda no
me ha parecido una novela tan magistral y redonda como Soy
leyenda, pero es que la novela de Matheson es
un gran clásico de la ciencia ficción, y eso no quita que la novela que hoy nos
ocupa mantenga muy bien el tipo. Tampoco parece que tenga la pretensión de ser
una obra maestra, simplemente es una buena novela. Breve y que entra muy bien,
hay bastante diálogo y descripciones sencillas pero no por ello pobres. El
ritmo es bueno, aunque a mitad de la novela parece pegar cierto bajón, pero en
el fondo se va tejiendo más y mejor esa atmósfera, y dejando pistas para
preparar el terreno cuando lleguemos al final.
Valoración: Bien/Notable
Te gustará si te gusta el juego de apariencias, los
pozos oscuros de una persona
Fragmentos:
(1) Una urraca se posó en un
árbol y gritó. Luego voló hasta el tendido eléctrico y se alineó con otros tres
pájaros negros. El mediodía secaría la hierba, pero todavía quedaba rocío.
Roberto esperaba a su amigo en la verja. Al cabo de un momento el otro apareció
en la colina y los dos desaparecieron de mi vista.
(2) —Tienes que vigilar
de cerca a mamá —me había dicho Sagrario—, porque irá vendiendo su herencia
trozo a trozo, como ya ha hecho, y el resto de la familia se aprovechará, como
sanguijuelas que son. Si logran engañar a mamá, que no lo hagan contigo. Nos
quedaremos sin nada y se acabará la familia. —Continuó con los ojos cerrados—:
No pienses que me refiero a cómo se han portado con nosotros los tíos. Ya no
les guardo rencor. Lo digo por vosotras, por la pequeña y por ti, porque yo
poco más voy a durar.
Pues no he leído nada de la autora y por lo que cuentas, no me importaría estrenarme con esta novela.
ResponderEliminarBesotes!!!
Espero que te guste, pues :)
Eliminar¡Un abrazo!
Pues sí, siempre pensé que el título de 'Irlanda' se debía al país y no a un personaje; ya ves lo poco que me he interesado por este libro. De Espido Freire pensé leer en su día 'Melocotones helados' y ahí se quedó a la espera. Creo que lo voy a cambiar por este otro; me has convencido con tu reseña, con ese misterio sobre el final y ese ambiente en apariencia mágico que me da la impresión de ser más bien un caramelito envenenado. Me quedo con la frase de «es a los niños a los que se les disculpa todo»; no sé por qué pero me he estremecido al leerla, como si abriera un abismo. Comprendo lo que comentas en tu último párrafo; a mí también me ha pasado con alguna lectura. Si me animo a leerlo, que es probable, ya te contaré mis impresiones sobre Irlanda.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues si te ha estremecido esa frase, te aseguro que la novela te estremecerá más.
EliminarOjalá te guste si la lees. Aviso que no es una gran novela, de ésas que recomendaría a ciegas, pero me dejó muy buen sabor de boca. Y se lee muy bien para un rato.
¡Un abrazo!
Tenía esa misma edición de este libro. Hace no mucho pensé en releerlo también para comentarlo. Pero, no sé, no me apeteció. Me pareció que tengo lecturas más urgentes que leer y otras más interesantes que releer, así que regalé el libro. Total, que leerte ahora a ti ha sido como releerlo a través de tus ojos y ya me siento en paz conmigo misma :)
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegro mucho de que mi reseña te haya quitado esa espina :)
Eliminar¡Un abrazo!
Con ese título me tienta muchísimo. Aunque creo que lo siguiente que lea, cuando acabe el libro que tengo en danza, será Rayuela... :P
ResponderEliminarRayuela es un clásico que hay que leer... y yo aún no he leído ^^U Como tantos otros... Pero a mi ritmo de tortuga, seguro que tú lo lees antes.
EliminarSi lees Irlanda, espero que mi entrada te parezca acertada.
¡Un abrazo!