miércoles, 3 de abril de 2019

Debo ser muy buena presa, cuando tengo tantas escopetas apuntándome, de Eduardo Izquierdo. O un cantaor que se come la ficción.



FICHA
Título: Debo ser muy buena presa, cuando tengo tantas escopetas apuntándome
Autor: Eduardo Izquierdo
Editorial: Ediciones Lupercalia
Lengua: española
Ilustración de la portada: Jordi del Río Macías
Nº de páginas: 82

Opinión personal
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No me digan que no hay algo llamativo en su figura. Incluso imponente. Parece un personaje de ficción, un actor sacado de un western. Pero no, es una persona real. Se trata de un cantante. Bueno ,¿qué digo cantante? Como bien corrige un personaje de la novela: un cantaor, José Domínguez “El Cabrero”. Y Eduardo Izquierdo ha escrito con muy buen tino esta breve novela ficcionalizando al Cabrero, cuya figura bien se presta a ello. El título de la novela ya suena muy potente —un título así ya es todo un acierto—. Y aprovechando que el Cabrero está en su última gira de despedida, que mejor que abrir La Posada del Lector para que les cuente sobre esta lectura.

¿Les gusta el flamenco? No importa si la respuesta es no, la novela merece la pena igual. Un servidor tampoco es un entendido del género, aunque hay cosillas que le gustan y mucho. Al propio Eduardo Izquierdo también le he leído en alguna entrevista no ser un entendido, ni que fuera fácil ser un flamencólogo. Aunque, todo sea dicho, Izquierdo se maneja bien. Pero como les digo, no hace falta ser un entendido en flamenco para disfrutar la novela. Su protagonista supera las barreras de un género musical. Por eso, no es disparatado que Izquierdo trace paralelismos con otros artistas como Johny Cash, o haga referencias a Bob Dylan o Joe Strummer. Sí, estilos musicales distintos. Pero puntos en común en cuanto a actitud. El lector ya los descubrirá. Y, para favorecer estos vasos comunicantes, qué mejor que un periodista musical a modo de personaje —éste sí, completamente ficticio— que lleve parte del peso narrativo. En el primer capítulo nos encontramos en la redacción de la revista Rolling Stone de Estados Unidos, allí conocemos a Jackson Chandler, el periodista con raíces españolas que descubre al Cabrero, y decide pelear para que sus jefes le den el visto bueno a viajar a España y entrevistar al cantaor. A partir de este planteamiento, se alternarán los capítulos que ficcionalizan momentos destacados de la vida y trayectoria del Cabrero con los de Jackson Chandler en pos de su ansiada entrevista. Además, en algunos otros capítulos tendrán protagonismo otros personajes, relacionados directa o indirectamente con el cantaor.

Y serán en total veinte capítulos breves, numerados y sin título, pero cada uno con una fecha y un lugar. Los capítulos de Jackson Chandler se producirán en la línea temporal del presente—año 2012, la novela se publicó en el 2013—, y los del Cabrero darán saltos temporales de manera no lineal. Pese a toda esta fragmentación que presenta la novela, no resulta en absoluto una lectura liosa, sabe atraparte y meterte dentro de la historia. Debo ser muy buena presa cuando tengo tantas escopetas apuntándome es una novela ágil y amena, y favorece a ello la abundancia de diálogo, tanto en forma directa como indirecta libre en otras ocasiones, es decir: insertado en la narración. A parte de los veinte capítulos, hay que contar con dos breves “prólogos” —por llamarlos de algún modo—, que llevan por título “Salía” y “Segunda salía” respectivamente. El primero es una conversación del autor con su pareja, sobre la impresión sobre esta novela que ya ha terminado, y el segundo es una anécdota que le cuenta Kiko Veneno. Por cierto, que yo he leído la primera edición, pero por lo que veo, en la segunda edición hay además un prólogo de Carlos Zanón. Y la obra la cierra unas “Breves notas del autor”, en las que Eduardo Izquierdo explica, o mejor dicho aclara, la ficcionalidad de esta novela. Y nos dirá que
Esta no es una historia real, o sí. O casi. En cualquier caso no está montada a partir de datos autobiográficos fieles, sino que está construida a través de los cuentos y las fábulas que mi abuelo, José Marcos, me explicaba sobre aquel cantaor al que él tanto admiraba y a lo que provocaban en mi imaginación.
No negaré el haber utilizado alguna referencia externa, especialmente extraídas de la página web del propio Cabrero y su biografía oficial, pero he preferido mantenerme más fiel a las historias de mi abuelo y su forma de contarlas que a lo que pasó realmente. Por eso esto que acabas de leer no es una biografía, ni mucho menos, sino una novela casi tan real como la vida misma


Eduardo Izquierdo

No es casual, sabiendo esto, que una de las tres citas que abren la obra sea ésta de Mark Twain: “conoce primero los hechos y luego distorsiónalos como quieras”. Hay otras dos citas más, de dos músicos. Una de Kris Kristofferson y otra de Jimmy Hendrix. La primera dice “La libertad es otra manera de decir que no tienes nada que perder”, y la de Hendrix “seré yo quien se muere cuando me llegue la hora, así que dejarme vivir como quiera”. Está claro que ambas citas hacen referencia a la figura central de la novela. Porque la impresión que causa la figura del Cabrero no es sólo estética. También lo es su forma de ser. Libertad, convicción, rebeldía y fidelidad a uno mismo es algo que transmite el personaje. Eso hace que se niegue a cantar en una peña si cree que el trato no ha sido el adecuado o que se niegue a cambiar su indumentaria por mucho que el protocolo lo exija. Siempre pegado a un modo de vida que él siente más cercano y natural, y al que no renuncia bajo ningún concepto. Así, El Cabrero vive según sus principios inquebrantables. Aunque, puesto que hasta las virtudes considero que tienen su contrapartida negativa, podríamos decir que también adolece de cierta terquedad. Una terquedad contra la que, a veces, conocidos y amigos del cantaor tienen que luchar, es el caso para que acceda a grabar discos:

Pepe Carrasco miró por la ventana. Sabía qué era lo que debía hacer José, pero también sabía que no lo iba a convencer. Nunca lo había conseguido y esa vez no tenía pinta de ser una excepción.
—Pero Cabrero, tendrás que seguir cantando…
—Yo ya le canto a las cabras.
—Pero la gente te ha de oír todavía José, que aún hay mucho que decir. Mira Morente, mira el Camarón.
—Que no me va don Pepe. Que a mí eso de Enrique con el grupo ese de rock no me gusta. Que eso no es Flamenco. Eso es otra cosa. Eso no se pué repiquetear encima una mesa. Ni lo del Camarón con Paco. Eso es otra cosa.
—José, todo cambia, se ha de evolucionar.
—Y evoluciono, pero a mi manera. Yo evoluciono con la vía. Yo evoluciono con el monte. Pero el monte siempre está igual. Él no cambia. Están sus árboles y sus arbustos, y sus ríos y sus jilgueros. Y hay que aguachinar y andar a cimbarazos. Yo no sé cantar con los moros como Juan Peña… Que yo respeto mucho a Paco pero para mí el flamenco es Mairena jefe.
—Ay José, ¿y cuándo volverás a grabar?
—Pues nunca jefe, igual no grabo nunca más. Que ya se lo dije a la primera, que a mí eso no me va.
—¿Quieres un trabajo aquí? ¿Conmigo?
—No me haga reír don Pepe. Yo sólo sirvo estar en el campo. más. Y allí me voy. Me iré pasando a verle y ya está. Que yo le tengo mucho aprecio a usted don Pepe.
—Y yo a ti José, y yo a ti.

Menos mal que accedió a grabar

Como se ve en el fragmento copiado, la forma de hablar del Cabrero es peculiar, y en ocasiones alguna palabra la pronuncia mal. Pero, lejos de hacer de él un personaje ridículo o paródico, le confiere esa personalidad única. Además de que, socialmente, El Cabrero se ha criado en el campo y apenas fue a la escuela, teniendo que trabajar desde niño. Lo suyo es un habla popular. Y sobre el tema cultural, hay algo en lo que siempre hay que hacer hincapié: no hace falta ser alfabetizado para tener cultura —basta recordar antiguos tiempos en los que la oralidad era predominante—. No deja de resultar entrañable cómo el protagonista, además de su conocimiento del arte flamenco, se configura un mundo temático y artístico, prestando atención y asimilando lo que le atrae:
Así empezó todo. Con ese <<Cabrerito cántate algo>>. Así es como José pasó de ser el hijo del Cabrero a ser, con el tiempo, simplemente el Cabrero. Y a cobrar por cantar. Porque todos estaban dispuestos a pagar por oír su voz. Fuera una perra gorda, fuera un real. Dinero que José guardaba bajo la almohada y que su padre completaba hasta las 25 pesetas que valía un bocadillo y el autobús de ida y vuelta a Sevilla para conocer la ciudad. Pa que te hagas un hombre. eso has de conocer la ciudad. Y José va, como padre quiere, pero no sale de la estación de autobuses. En la estación de la Barranca, en una máquina de esas que hacen sonar una canción por una perra, pasa las horas muertas. Allí conoce a Gardel, y le cambia la vida. Pero no sólo eso, también oye las músicas de un tal Ennio Morricone. Canciones sin letras, de las películas del oeste que ve su padre en la televisión del economato, de las que empiezan con una trompeta o un silbido, de las que lo dicen todo sin hablar. Y allí conoció también al americano.

¿Entienden, apreciados lectores, cómo el personaje se hace grande con el discurrir de las páginas? Y pese a ser una ficcionalización, biográficamente aparecen en la novela los momentos más relevantes de su trayectoria. A saber: la gira con Peter Gabriel, su estancia en la cárcel por blasfemia, su gira de teatro por Europa con la compañía La Cuadra o el documental de Beatrice Soulé —que lo pueden ver en youtube clickando aquí—. Pero no les contaré más detalles sobre El Cabrero, como tampoco les diré si al final Jackson logra su ansiada entrevista. Mejor léanlo ustedes.

Debo ser muy buena presa, cuando tengo tantas escopetas apuntándome es una novela breve, se puede leer en una tarde. Y creo que era la novela que un tipo como El Cabrero bien merecía en una buena incursión novelística por parte del periodista musical Eduardo Izquierdo. Antes de esta novela, El Cabrero ya era un cantaor famoso y admirado dentro del flamenco. Yo lo conocía ya desde pequeño, porque en casa había cassettes de él. En la adolescencia, por el grupo Marea, me reencontré con él por la versión que el grupo navarro hizo de la canción “como el viento de ponente” en su disco Besos de perro del año 2002 —aunque yo los descubrí dos años más tarde—, poniendo la voz el propio Cabrero al inicio de la canción. No he entrado en las letras del cantaor, por cierto, bien seleccionadas por él, ya que opina que no puede cantar cualquier letra. Pero esta entrada que ya acaba se me haría demasiado larga, así que volvamos al Cabrero. No me era el cantaor, en definitiva, una figura desconocida cuando leí esta novela. Y aún así, me resultó una lectura grata. Muy recomendable.

P.D:
Una última cosa. Eduardo Izquierdo, como he comentado, ha sabido trazar paralelismos entre El Cabrero y otra serie de artistas del mundo de la música. Pero hay un paralelismo literario que también me recuerda a la figura del cantaor: el gaucho Martín Fierro, la obra argentina de José Martí. Son épocas diferentes y países diferentes. Cierto. Pero, guardando todas las distancias, siempre recordaré en la carrera, cuando tuve que leer sobre aquel gaucho que vivía en la pampa argentina y que sacaba la guitarra y se ponía a “payar”, cómo me venía a la mente la imagen de nuestro cantaor flamenco, que parece un personaje de ficción, pero no, es real.



Valoración: notable.

Te gustará si te gustan las historias de gente peculiar, grandes artistas, el flamenco, la música en general.

11 comentarios:

  1. Me pica la curiosidad. Ya ves. 🙄🙄 Tendré que hacerme con él. Y escuchar al cabrero.

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    1. Seguro que te gusta la novela :) Y si quieres canciones del Cabrero, te puedo enseñar algunas.
      ¡Un abrazo!

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  2. Me encantan las historias de gente peculiar, pero no me gusta mucho el flamenco. Aún así, como a Bettie, me pica la curiosidad. Ya que veo que es cortita la novela, me la apunto y si la leo ya te contaré.

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    1. Aunque no te guste el flamenco, sí es un personaje peculiar. Es recomendable igualmente.
      Bienvenida a mi blog, Rosa :)
      Un saludo.

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  3. También conocí al Cabrero por Marea o puede que fuera Reincidentes, ya no estoy seguro. Me fascinó y esta novela inspirada, retorcida a partir de él, me parece una gran idea. Anotada.
    Saludos.

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    1. Espero que te guste si la lees :)
      Y sí, con Reincidentes también aparece en un directo. Mucho público del Cabrero llegó a través del rock.
      Un saludo.

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  4. La memoria es poco fiel a la realidad pero poco importa cuando lo que leemos lo sentimos verdad.
    Me da la impresión de que este cabrero es todo un personaje, en el mejor sentido del término. Creo que no me importaría conocerlo.
    Un abrazo

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    1. Totalmente cierto, lo importante es sentirlo de verdad :)
      Un abrazo.

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  5. Anotando el título pero ya. La similitud con José Martí me gustó, y el aura que le rodea mucho más. Es de esas personas que forman la huella de la raíz de nuestra cultura como país, diría. Me fascina, en serio. Muchas gracias por la reseña, sublime como siempre.

    ¡Un abrazo!

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    1. Si lo lees, espero que te guste :)
      Y muchas gracias por tus amables palabras.
      ¡Un abrazo!

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  6. Hola!!!! wow que maravillosa reseña,la verdad que desconocía de este libro y me entro ganas de leerlo <3

    PD: Me gusto mucho tu blog :D así que me quedo para seguir leyéndote, si quieres visitarme mi blog es http://plegariasenlanoche.blogspot.com/ nos estamos leyendo.

    Saludos desde Plegarias en la Noche.

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